El verano pasado dos alumnos del curso XIIIA, Molnár Bence y Horváth Daniella, vivieron una experiencia inolvidable en España. Después de mucho tiempo investigando y buscando posibilidades decidieron pasar un verano trabajando y practicando español en la provincia de Málaga. Unos meses más tarde nos explican cómo fue su estancia allí, animando a todos los compañeros de sección a vivir experiencias parecidas.
"El
año pasado decidimos ir a trabajar a España y estuvimos buscando
ofertas de trabajo durante meses. Primero tuvimos que elegir que tipo
de trabajo nos gustaría hacer. No pasamos mucho tiempo pensando en
eso, era evidente que la animación sería la mejor decisión. Así
podríamos divertirnos trabajando. Encontramos una empresa llamada
Animafest que manda estudiantes al extranjero para hacer las
prácticas exigidas por la universidad. Nuestra situación fue un
poco rara ya que nosotros solo queríamos trabajar y no necesitábamos
las prácticas. Como animadores profesionales no pudimos conseguir
nada por falta de experiencia. Además, la mayoría de los hoteles
prefieren contratar a varios alumnos extranjeros por el sueldo de un
animador oficial. Tuvimos que viajar a Budapest varias veces para
conseguir los documentos necesarios para poder trabajar en España.
La primera impresión del hotel fue maravillosa porque cuando hicimos
el check-in ya sabían que íbamos a trabajar allí . Después de
algunos días libres tuvimos la posibilidad de encontrarnos con
nuestra jefa por primera vez. Durante este fin de semana aprendimos
algunas cosillas sencillas y al cabo de una semana, cuando el hotel
empezó a llenarse comenzamos el trabajo real.
Nuestras tareas fueron
jugar con los niños, ir a comer con ellos, organizar juegos para los
adultos como tiro con arco petanca o beer-pong.
Teníamos que bailar
tres veces al día. Primero hacíamos “zumba” por la mañana,
después alrededor de las 6 “aquaqym” y por la noche “minidisco”
con los peques. Trabajamos desde las diez y media de la mañana hasta
la una cuando íbamos a comer.
Por la tarde podíamos dormir la
siesta hasta las cinco y estábamos con los clientes hasta las siete
de la tarde. Después de cenar trabajábamos otra vez desde las nueve
y media hasta medianoche.
Suena bien empezar a trabajar a las diez de
la mañana pero cuando trabajas hasta las doce y te acuestas a la una
entonces te cuesta levantarte en esta hora. Por suerte tuvimos tiempo
para descubrir un poco las ciudades cercanas porque nos dieron dos
días libres a la semana. Nuestros jefes fueron bastante amables y no
tuvimos ningún problema con los clientes. Nos encontramos con
varias familias muy simpáticas y amables con las que todavía
estamos en contacto. Le recomendamos esta experiencia a todos
aquellos que poseen valentía y quieran vivir una aventura
inolvidable . Nos pasamos un verano genial. Espero que hayamos
podido animaros y que tengáis suerte buscando oportunidades como
esta."
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